Hace un par de años me instalé el skype en el ordenador. Es un programilla muy bonito para chatear con tus amigos, hablar por Internet y te deja la posibilidad de hacer llamadas telefónicas a bajo coste (muy útil cuando estás en el extranjero y tienes que llamar a tu familia/amigos). Mi experiencia con skype comenzó cuando en mi “queridísima” empresa me mandaron a vivir a Santiago de Chile por 3 meses y al final me pasé viviendo allí 9 meses. Fue una época dura porque trabajé demasiado pero de la que guardo muy buenos recuerdos y algún muy buen amigo. Santiago es una ciudad un poco aburrida pero que nos permitía tener un elevado nivel de vida, hacer turismo desde allí, y en la que por suerte congeniamos 4 chicos que previamente no nos conocíamos de nada e hicimos una buena amistad. Pues bueno, continuo, en el skype pones tu nombre identificativo y posteriormente puedes poner la frase que te de la gana. Yo desde hace un par de días tengo una frase que decía Marla Singer en El Club de la Lucha y que dice algo así como: “No me habían follado así desde la escuela primaria”.
¿Por qué me siento follado? Actualmente , estoy acabando un proyecto en la empresa. Llevan dos semanas llamándome toda clase de “pelagambas” diciéndome que voy a ir a un proyecto, que voy a ir a otro, etc. Finalmente, ayer me han comunicado que tengo un nuevo destino: un proyecto en Valdivia. Valdivia, pongo en vuestro escaso conocimiento, es un “puto” pueblo en la Región de los Lagos de Chile. La wikipedia dice que Valdivia tiene unos 150.000 habitantes, lo primero que hay que aclarar es que 150000 habitantes en Chile no es como 150000 habitantes en España. Una ciudad de 150000 habitantes en España es una ciudad cojonuda, en Chile es un pueblo. Al parecer Valdivia tiene un centro comercial, una discoteca, un puticlub y una fábrica de cerveza, y no sé si me mandarán a un hotel o me van a poner una cabaña. Llueve 300 días al año y ahora mismo hace un frío de cojones. En principio creo que me voy dentro de diez días, así que tengo que echarle un vistazo a mi pasaporte, mi maleta y desempolvar mi ropa de lluvia y de frío.
Ya contaré, las cosas aún pueden cambiar.
